Comencemos definiendo qué es para vosotros el concepto de memoria, tan manido que corre el riesgo de perder su significado.
No me gustaría ponerle puertas al campo, pero este concepto es moderno y, como todas las obras humanas, es hijo de su tiempo. Como concepto digamos que no está debidamente definido y desemboca en lo colectivo, cuando la memoria realmente es individual, ya que pertenece al individuo; por ello, en sí es algo necesariamente abstracto. Puede ser una contradicción en sí misma llamar memoria a algo que es abstracto. Como sociedades en permanente construcción necesitamos una memoria colectiva, pero a menudo esta se edifica sobre un pasado reinventado (como dice Halbwachs). Es aquí, sobre esta invención, donde intervienen los gobiernos con sus intereses de parte. A nosotros lo que nos interesa es la memoria individual, que permite construir una memoria colectiva basada en la suma de esas historias personales que son auténticas, no invenciones. La pérdida de una de esas historias, como decía Luis Ruiz de Aguirre “Sancho de Beurko”, es un drama porque se lleva una parte de nuestra historia.
¿Y por qué vascos expresamente? ¿Qué diferencia a la diáspora vasca de otras comunidades de emigrantes españoles?
Precisamente hablábamos Pedro J. Oiarzabal y yo de ello estos días. Lo que la diferencia es precisamente la voluntad o las voluntades. El vasco ha viajado por el mundo por las mismas causas que otras comunidades de emigrantes, pero no solo quiere conocer su historia sino que se cohesiona en torno a ella. Nosotros nos hemos marcado como objetivo aportar los materiales para construir, a través de la verdad científica, una historia en torno a la cual esas comunidades puedan proyectarse de cara al futuro. Esto solo es posible porque las comunidades así lo quieren. Pero centrándonos en nuestro libro, la diferencia clarísima es la existencia de un gobierno en el exilio que representó a los vascos, el de José A. Aguirre, con el que la Francia Libre de Charles De Gaulle llegó a acuerdos de carácter político para conformar unidades militares diferenciadas (3er Batallón de Fusileros Marinos, Batallón Gernika…) en el seno de sus fuerzas armadas entre 1940 y 1945. Más allá de cualquier otra consideración de carácter cuantitativo o cualitativo, este es el verdadero hecho diferencial.
En este sentido, ¿qué nos puede aportar la historia local, de una comunidad o incluso la historia de individuos particulares, en la percepción de un acontecimiento tan vasto como es la Segunda Guerra Mundial?
En sí, es mucho más que historia local porque entra la historia familiar, la intrahistoria, es decir, la de aquellos colectivos y personas que no la han tenido nunca (las “gentes sin historia” que dice María Dolores Pérez Murillo). La historia local tiene mucho menos alcance y no tratamos de esto en nuestro libro, aunque pueda parecerlo. Esta pregunta tiene varias respuestas, según a quien se le haga, algunas complejas, pero seré simple; a las comunidades de la diáspora, principalmente en EEUU, les aporta cohesión y el orgullo de participar con la primera generación nacida en el país de adopción, y no pocos de los nacidos aquí, en la llamada “generación del sacrificio”, la que ganó la Segunda Guerra Mundial, con todo lo que ello conlleva en cuanto a reconocimiento y estatus, si bien sus padres ya lo hicieron en la Gran Guerra; por cierto, ¿cuántos saben esto? Para los que vivimos aquí, el conocimiento de todas estas historias personales nos enriquece y también desmitifica, que no es poco, y esto último no es ninguna bobada en el país de los vascos. Asistimos en los últimos años a una reivindicación de las memorias de los Estados en torno a la Segunda Guerra Mundial, ya sea a través del cine, publicaciones e incluso a través de la Recreación Histórica, lo que quiere decir algo. Por ejemplo, todos estos países quieren participar en las efemérides del Desembarco de Normandía, aunque hubiesen tenido allí un puñado de marineros, o reivindicar el papel de tal o cual agente del SOE británico parachutado en la Francia ocupada. En el caso vasco hay varias publicaciones sobre este tema, ya que esta no es la primera ni mucho menos. Esto también quiere decir algo.
¿Cuál ha sido vuestro método de trabajo a la hora de localizar y trabajar con las fuentes, ya sean documentales u orales? ¿Nos puedes hablar del caso concreto de algún veterano de la Segunda Guerra Mundial con el que hayáis podido trabajar?
La metodología viene perfilada desde la publicación de mi trabajo sobre los vascos de Nevada en la Segunda Guerra Mundial, un compendio de fuentes documentales y bibliográficas, hemerográficas (prensa), orales, obituarios, en suma, todas las que sean válidas, lo que no es ninguna novedad en sí misma. En este sentido, la posibilidad de contar ahora con un mundo globalizado a través de internet es una indudable ventaja. Pero la novedad es la proactividad. En esa locura de barcos, aeronaves, unidades y escenarios por todo el globo nosotros seguimos al vasco como aquella película de Fred Astaire y Randolph Scott (Seguimos la flota, Mark Sandrich, 1936). Por ejemplo, si sabemos a través del US Navy Muster Rolls cuál era el barco en el que iba nuestro protagonista ya podemos seguir su itinerario. También hay dificultades; por ejemplo citaré aquí los archivos militares británicos que, a pesar de la gran profesionalidad de su personal, exigen que se demuestre el fallecimiento, lo que no es posible en la mayoría de los casos, pero eso nos obliga a ser más imaginativos y usar otras vías, como los registros familiares de Ancestry en las que ya estamos trabajando Oiarzabal y un servidor. Y haber contado con el testimonio de veteranos aún vivos como Maximino Roda, el último de los niños que lucharon en Leningrado, ha sido un lujo, algo irrepetible en un trabajo que ha sido muy muy complicado. Tanto Ander González como yo hemos disfrutado mucho de esta investigación. No quisiera terminar sin agradecer la ayuda de los amigos. Este trabajo se beneficia de la generosidad de mucha gente, demasiada incluso para citar aquí, corriendo el riesgo de dejar a alguien fuera.
En el libro se desarrollan las principales operaciones militares de la Segunda Guerra Mundial en las que participaron combatientes vascos (El Alamein, Narvik, Leningrado, etc.), ¿ha sido complicado reconstruir dicha participación?
Mucho, aparte de seguir al combatiente hasta donde nos ha sido posible ha sido necesario contextualizar esta participación con un buen acceso a fuentes, siendo imprescindible manejar bibliografía muy específica, donde entran a jugar también algunos amigos que nos asesoran en un sentido u otro. Luego está el debate entre todos los miembros del equipo, que es sumamente enriquecedor. Por ejemplo, en lo que respecta al Batallón Gernika, en este libro nos hemos centrado más en las cuestiones militares propiamente dichas: estudio y análisis de fortificaciones, conocimiento del medio físico, identificación de unidades intervinientes y su potencial, historial de combate y cronología, etc. Para ello, hemos pasado, entre otros, por el mejor fondo sobre esta unidad, el de Andrés Prieto Arana, depositado en el Archivo Municipal de Eibar. Creemos que es otra novedad para nuestros lectores.
Al margen de la investigación, ilustráis vuestro trabajo con espectaculares reportajes fotográficos a cargo de Jesús Valbuena Maeso de escenografías de recreación histórica. ¿Qué crees que aporta la recreación a vuestro trabajo en particular y a la divulgación de la historia en general?
Esto parte de un profundo debate en el seno de la asociación sobre cuál es la aportación real de la Recreación Histórica de época contemporánea, y creemos que es obtener unos materiales de memoria suficientemente representativos (y respetuosos) de este período histórico. Los materiales de memoria del Fighting Basques Project son de dos tipos: biográficos y fotográficos. Los primeros son fruto de la investigación, mientras que los segundos son fotográficos y ahí es donde entra la Recreación Histórica. Somos conscientes de que esta visión (no lúdica) choca con la mayoría de los grupos, pero hay otros con los que nos sentimos muy identificados, por ser un referente para nosotros, que ya empiezan a trabajar el Living History de una manera muy seria, de los que citaremos al 6th Battalion Durham Light Infantry, Northwest Paratroops GRH y BC Reenactment Group. Pero este proyecto también es deudor de muchos recreadores que nos apoyan a nivel individual, permitiéndonos crecer como grupo. Jesús Valbuena ha sido nuestro director artístico durante estos cuatro primeros años y eso se nota en que las imágenes están cohesionadas y, gracias a su talento y buen hacer, son de una gran calidad. Ellas conforman un libro diferente y visualmente muy atractivo.
Me consta que sois sumamente perfeccionistas y que en dichas escenografías de recreación histórica cuidáis el detalle al máximo. Cuéntanos cómo es el proceso de preparación, desarrollo y ejecución de cada una de ellas, y cuánto tiempo os puede llevar.
El trabajo de escenografía es largo y costoso y se ha invertido en él mucho tiempo y dinero. Hay veces que hacer una escenografía cuesta más de un año de trabajo, incluso puede pasar que se abandone una y se deje inconclusa a la espera de una mejor oportunidad y se solape con otras. Para nosotros, la calidad es siempre más importante que la cantidad. Aunque suene a tópico no lo es, ya que intentamos, desde la modestia, pues nuestros medios son escasos, componer una escena del pasado como si fuese un lienzo, algo que pueda verse en el presente de manera creíble. Aunque parezca una paradoja, no nos interesa tanto el hecho bélico en sí como el alma, las caras de las personas. Nuestras escenografías tienen muy pocas escenas de combate propiamente dichas, porque creemos que es muy difícil hacer creíble el combate y no queremos caer en el ridículo, pues somos muy críticos con nosotros mismos. El proceso de preparación de una escenografía empieza con una puesta en común entre los componentes del grupo de Recreación Histórica de la Asociación Sancho de Beurko para ver su viabilidad y no se acomete este hasta que se ve clara. La comunicación entre todos los participantes es constante y muy enriquecedora.
¿En qué momento está ahora vuestro proyecto, el Fighting Basques Project?
Estamos en un momento inicial, y este libro es el reflejo de ello. Trabajar todas estas biografías puede llevarnos 10 años o más y queremos ser honestos con nuestros lectores y no queremos ofrecerles un compendio de toda la memoria vasca de la Segunda Guerra Mundial en este libro, sino cuatro trabajos de calidad, porque no queremos completar el resto a base de refritos de otros autores, ni inventarnos nada. El lector debe saber que el libro es necesariamente incompleto, porque el proyecto es a largo plazo y no está ni mucho menos acabado, pero absolutamente honesto. Nos faltan muchísimas cosas y quizás algunas no sea posible siquiera trabajarlas. Pero en este libro lo que sí ofrecemos es una visión global que abarca a los países más importantes (Francia, Reino Unido, URSS y EEUU) y los cuatro artículos que lo forman son novedosísimos y creemos que un verdadero avance historiográfico. Por ejemplo, ¿quién había trabajado las más de sesenta biografías de aviadores vascos que les presentamos? Todas ellas, salvo la de Manuel Aldecoa y alguna que publiqué en mi trabajo sobre Nevada, son desconocidas.
Hemos hablado de trabajo de investigación con comunidades de descendientes vascos en diferentes países, de adquisición y fabricación de materiales para las escenografías de reconstrucción histórica… Iniciativas que entendemos cuestan mucho dinero y que involucran a muchas personas. ¿Cómo financiáis vuestro proyecto?
Aparte de las cuotas de los socios y alguna cuestión anecdótica, el grupo se benefició en su día del inventario de fortificaciones del Cinturón de Hierro que la Asociación Sancho de Beurko realizó durante largos periodos para la Dirección de Patrimonio del Gobierno Vasco, trabajo que finalizó hace dos años, pero hay que destacar que se trata de un proyecto no gubernamental y absolutamente independiente. De hecho, de dos años a esta parte, sobrevive gracias a cada uno de los que formamos parte de él de un modo u otro, ya que hemos invertido en él nuestro propio dinero, dinero que va a la cultura y no se recupera nunca. Desde entonces estamos explorando nuevas vías más imaginativas, como esta colaboración con Desperta Ferro, de financiación etc. Pero, aunque esta cuestión es limitante, no es ni mucho menos determinante, ya que el proyecto sigue adelante gracias a la ayuda de nuestros amigos, sin duda nuestro mayor activo y motivo de orgullo.
Y para finalizar, al margen de Combatientes vascos en la Segunda Guerra Mundial, qué otras iniciativas o proyectos tenéis entre manos en Fighting Basques Project?
Seguimos con el trabajo de biografías, explorando nuevos nichos de memoria, preparando algunas escenografías que no queremos anunciar aún para no quemar la sorpresa. Esto es asociacionismo (en esencia, un milagro en los tiempos que corren) y puede pasar cualquier cosa, pero seguimos hacia delante con muchísima ilusión y energías.
Sin más, invitamos a todos nuestros lectores a las presentaciones de Combatientes vascos en la Segunda Guerra Mundial, que tendrán lugar el próximo jueves 27 de septiembre a las 19 horas en la FNAC de Bilbao (C/ Alameda Urquijo – Urkixo Zumarkalea 4), el jueves 25 de octubre a las 19 horas en la FNAC de Donostia (C/ Urbieta, 9) y el jueves 8 de noviembre a las 18:30 horas en el Elkar de Vitoria-Gasteiz (C/ San prudencio, 7) con la presencia de Guillermo Tabernilla, Jesús Valbuena y el Prof. de la Universidad de Deusto Pedro J. Oiarzabal.
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